Una alternativa para la juventud ante el difícil mundo de hoy
Hemos compartido talleres con niñas y niños y con muchachas y muchachos adolescentes de colegios rurales de Cundinamarca, para invitarlos a inventar, a diseñar, a crear, sus propias cooperativas, como parte de las experiencias del convenio de cooperación entre cooperativas entre Cootradecun y Cometa, que hemos llamado Semillas Cooperativas.
Y, entre muchos aprendizajes emocionantes de estas experiencias, algo que nos ha impactado -muy, pero muy positivamente- es el amor por la vida del campo de los niños y las niñas, de los muchachos, la valoración por el trabajo campesino que realizan sus papás y sus mamás, por sus productos agrícolas, el amor por sus veredas y sus municipios. Y su orgullo de ser campesinos y ayudar en las labores del campo. Y, quién lo creyera, para muchos jóvenes campesinos, su interés por seguir viviendo en su territorio, por encontrar caminos para poder seguir estudiando y trabajar en sus fincas. Y ayudar a superar los problemas del desarrollo de los campesinos, ¡su gente!
Y, claro, sus preocupaciones frente a encontrar oportunidades de trabajo o proyectos de vida que les permitan generar ingresos para vivir de manera digna sumado a los tiempos de corren que crean incertidumbre y preocupación.
Es comprensible su preocupación. Vivimos tiempos especialmente difíciles para todos, y, en especial, para los jóvenes y los niños quienes enfrentan las graves crisis del mundo de hoy, desde sus condiciones, que son en especial vulnerables. ¿Cómo asumir las crisis humanitarias en el Cauca y el Catatumbo y en otras regiones de Colombia?, ¿Cómo asumir este tiempo marcado por diversas guerras, que alcanzan su forma extrema de violencia en el genocidio sobre el pueblo Palestino en Gaza, con especial sufrimiento para los niños y las niñas y los jóvenes, como lo han señalado las diversas agencias de solidaridad de Naciones Unidas- hasta el derrumbe mismo del sistema multilateral que había contribuido a garantizar un equilibrio entre todos los diversos países desde la II Guerra Mundial?
Y, al tiempo, ver cómo se agudizan las crisis que vive el mundo -las desigualdades en múltiples dimensiones de la vida social, el cambio climático y el deterioro ambiental, la polarización ideológica- y que se expresan, claro, en cada una de nuestras sociedades. Además de la incertidumbre que genera la inteligencia artificial y la revolución tecnológica, controlada por una oligarquía tecnológica, hasta ahora sin control ni regulación.
Ante este panorama difícil, es interesante que los jóvenes -y los niños y las niñas- tengan presente una opción maravillosa y potente: las cooperativas juveniles y las cooperativas infantiles y escolares. Son cinco los motivos -entre muchos otros- para pensar en conformar sus propias cooperativas:
- Porque les permiten ser parte de un colectivo, de un grupo con el cual compartir los temores y las dificultades, al tiempo con las aspiraciones, los ideales y los sueños;
- Pueden tener su propia organización, construida según sus intereses y motivaciones, dado que la cooperativa es de todos sus socios y todos tienen los mismos derechos, y, claro, las mismas responsabilidades;
- Experimentar uno de los encantos de las cooperativas juveniles -e infantiles- es que le permite a quienes la conforman, unirse para sumar sus entusiasmos, sus capacidades, sus conocimientos, sus recursos,…
- Y, puesto que todos participan de manera organizada, en equipos democráticos, es muy factible que puedan lograr los objetivos comunes, alcanzar sus aspiraciones, resolver sus necesidades y problemas;
- Y, en una palabra, ¡luchar por alcanzar sus sueños…en los distintos campos de la vida! ¡Desde la huerta escolar o producir chocolates de formas y sabores especiales para vender en el recreo a sus compañeros de colegio y conseguir un ingreso para ayudar a en su casa hasta formar cooperativas de periodistas para producir juntos sus medios de comunicación y ayudar a sus comunidades!
Y, al mirar las dinámicas de las cooperativas juveniles, podemos comprender que son una alternativa potente para impulsar, dar vida y fortalecer las formas de economía del bien común, la cultura del bien común. Sí, al mismo tiempo con luchar juntos para encontrar soluciones a las necesidades o a las aspiraciones compartidas pueden contribuir a hacer el mundo un poco mejor.
Las cooperativas juveniles -y las cooperativas infantiles- son una alternativa sugerente que podemos tener en la agenda quienes trabajamos con los jóvenes y con las niñas y niños en las universidades y en los colegios, en las cooperativas consolidadas, en las empresas preocupadas por el bien común, en los medios de comunicación, en las instituciones de carácter social, entre otras.

