Para las personas que compartimos la identidad cooperativa: El ser humano en el centro de la vida y de la economía

En nuestra edición de julio del Boletín Jóvenes Sin Fronteras queremos,
como medio de comunicación, compartir experiencias que desarrollamos
en conjunto con otras cooperativas y organizaciones sociales (ver abajo).
En el marco del Año Internacional de las Cooperativas, cuyo mensaje
central es Las cooperativas construyen un mundo mejor, estos procesos
conjuntos nos invitan a generar espacios de diálogo, un diálogo sin
fronteras, en torno a las crisis del mundo que hoy vivimos todos: los
jóvenes, las niñas y los niños, los adultos y las personas mayores, desde una postura ética clara: desde el significado que podemos darle a los valores y principios que compartimos en las cooperativas y que son una expresión y una corriente de la economía y la cultura del bien común.

Tres crisis humanitarias

Es claro: participar de una economía basada en la solidaridad, de un movimiento cooperativo por el bien común, nos invita a reconocer unos fundamentos éticos y culturales para actuar en un mundo que nos interpela y nos desafía. Para este diálogo sin fronteras es preciso reconocer al menos tres crisis profundas que vivimos como humanidad:

 

    • Las cada vez más hondas desigualdades sociales y económicas, con el sufrimiento humano que conllevan, agravadas por la creciente concentración de la riqueza y las dinámicas monopólicas de las grandes empresas tecnológicas, los oligarcas tecnológicos;

    • El sufrimiento y la crisis de la dignidad humana que ocasionan los conflictos militares y que nos interpela, nos violenta en nuestra dignidad, a todas las personas, sin fronteras de país, de edad, de condición social o cultural, de género, y que son un desafío moral para toda la humanidad;

    • El agravamiento, por causa de las actividades humanas, de las crisis ambientales -como la pérdida de la biodiversidad, el aumento de la contaminación y la polución del plástico, el desperdicio de alimentos y la agudización del cambio climático, cada día más grave en tanto no se avanza en la reducción de las emisiones de efecto invernadero en tanto que se acerca el límite determinante de 2030 como plazo para haber tomado medidas drásticas que limiten el calentamiento global.

Hay en estas tres crisis un elemento común económico y cultural como lo explica la economía del bien común: el modelo económico basado en las lógicas de la maximización de las ganancias y la acumulación y concentración del capital, y, la correspondiente cultura que nos lleva a participar con prácticas culturales que profundizan dichos procesos y que llevan a legitimar y normalizar las crisis señaladas, esperando que sean otros quienes actúen o evadiendo nuestra corresponsabilidad. 


Qué hacer desde la economía solidaria

Ahora bien, siendo coherentes con el fundamento ético que nos ofrece la identidad cooperativa y que nos invita a poner al ser humano en el centro de la vida y de la economía, estas realidades nos exigen actuar como seres humanos (solidarios, dignos) y como ciudadanos (con responsabilidad social y compromiso con la comunidad), en un planeta en el que todo está interconectado acogiendo los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, un compromiso global para actuar ya.

En cada cooperativa, en cada colectivo juvenil y organización social o cultural solidaria, en cada empresa del bien común, tenemos la oportunidad, y la responsabilidad, de dar vida al 5º principio de las cooperativas: Educación, Formación e Información, para comprender el mundo de hoy, sus crisis y sus causas, y construir caminos para actuar desde nuestros principios cooperativos y desde los valores que inspiran a las personas en cooperación.

Foto: Revista Compartir – España

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